Hoy celebramos el Día Universal del
Niño, cuyos derechos están recogidos en legislaciones de países europeos como
España, que en su Ley de Educación, 2/2006 de 3 de mayo, en su Título
Preliminar, Cap I, Art. 2, letra e) reconoce como uno de sus fines:” La
formación para la paz, el respeto a los derechos humanos, la vida en común, la
cohesión social, la cooperación y solidaridad entre los pueblos, así como la
adquisición de valores que propicien el respeto hacia los seres vivos y
el medio ambiente, en particular al valor de los espacios forestales y el
desarrollo sostenible.”
Denunciamos aquí la política que
se viene poniendo en práctica por el Gobierno español en los últimos años y con
la que se está incrementando ex profeso la educación de los niños en la
crueldad con los animales. Nos referimos a la creación y fomento de escuelas
taurinas y al empleo de todo tipo de actividades para promover la tauromaquia entre los niños
como concursos, visitas a plazas de toros, clases de toreo de salón, novilladas
como actividad extraescolar y especialmente, la retransmisión de espectáculos
taurinos en horario de protección infantil.
No existe mayor involución que disfrazar
de valores educativos la enseñanza en la falta de compasión y la indiferencia
ante el sufrimiento y el dolor ajenos, y más si se trata de animales, los seres
más indefensos. Pretendemos educar a los niños en conductas de igualdad y
contrarias a la violencia de género, pero realmente con políticas como éstas, lo
que estamos consiguiendo es infundir el efecto contrario.
Becerros, novillos, vaquillas y toros
siguen siendo masacrados cruelmente bajo ríos de sangre como espectáculo público
en lo que haciendo un paralelismo con la terminología, debería llamarse nuestra
“Vergüenza Nacional”.
Podemos afirmar que los
Defensores del Menor creados en todas las Comunidades Autónomas para defender
los derechos de los niños, no son otra cosa que figuras decorativas porque ante las miles de quejas ciudadanas sobre este aspecto, siguen emitiendo respuestas vagas,
contradictorias o directamente continúan inhibiéndose de la tramitación de las
mismas, cerrando así la vía para poder llegar a cada Parlamento.
El descenso imparable y en picado
de “aficionados” a la tauromaquia no puede ser motivo para arremeter contra los
principios más elementales de la
enseñanza de los niños españoles. Pretender solucionar los problemas de un negocio en
decadencia tampoco justifica que se pase por alto y se banalice en qué y cómo
estamos educando en los centros de enseñanza. Ninguna bandera puede enarbolarse
para poder introducir la violencia del espectáculo taurino en las escuelas.
Por eso, en el Día Universal del
Niño queremos hacer un llamamiento para que dejen de educar a los niños en la crueldad.