30 de septiembre de 2008

LAS CORRIDAS DE TOROS VAN A MENOS.

En los ambientes taurinos andaluces se han encendido las luces de alarma ante el dato de que el número de corridas y novilladas organizadas en los seis primeros meses de este año ha caído en Sevilla, tierra taurina por antonomasia, un 44%. El éxito de las grandes ferias, con José Tomás en el candelero, está enmascarando una bajada incipiente de la afición al toro.

(La Vanguardia, 23 septiembre de 2008)

En Huelva esta caída es del 27%, en Almería el 24% y en Córdoba y Cádiz, el 13%. Sólo Málaga y Granada salvan el cartel con ascensos del 27% y el 19%, mientras Jaén se mantiene. Si se cuentan sólo las corridas, el descenso en Andalucía es del 32% y las novilladas con picadores, un 64% menos que en el primer semestre del 2007. Sólo suben los "festejos populares", denominación que engloba encierros y suelta de vaquillas, lo más alejado del toreo considerado como arte y cultura. El toro como desfogue. Lo que ha dejado perplejos a muchos es el descenso del 44% de Sevilla. ¿Crisis económica? ¿Menos afición? Para los taurinos, la causa es la crisis, aunque en esas fechas los nubarrones económicos aún no habían aparecido. Para los antitaurinos -es difícil dar con alguien a quien los toros deje indiferente-, lo que ocurre es que la afición escasea y, salvo las grandes ferias -Abril en Sevilla, San Isidro en Madrid, San Fermín en Pamplona, Fallas en Valencia…-, muchos festejos se organizan no porque exista una demanda real, sino porque la crean los ayuntamientos con su oferta. Sin el impulso de las administraciones, sin las grandes ferias, a las que muchos van más en busca de notoriedad que por afición, y sin turistas, la fiesta nacional estaría en trance de extinción. La tragedia del mundo taurino es que los jóvenes le están dando la espalda. Unos, por sensibilidad hacia los animales, otros porque eligen formas menos tradicionales de ocio. El presidente del Consejo Andaluz de la Juventud, Francisco Jesús Pérez, cree que la fiesta de los toros genera "más rechazo que atracción entre los jóvenes" porque responde a "valores del pasado". Pérez es incapaz de hallar en su entorno a un joven aficionado. El único es su abuelo. Que los tendidos de las plazas pinten canas tiñe de negro el futuro de los festejos. Para constatar esa realidad, un experto en el mundo taurino sugiere hacer la siguiente prueba. Pregunte a cualquiera que tenga menos de 40 años si sabe lo que es un pase de pecho, una verónica o la suerte de varas. Pídale que enumere nombres de toreros, y si conoce más de tres, probablemente uno será el diestro de moda - José Tomás hoy- y los otros serán más conocidos por sus bodas y escándalos de papel cuché que por sus hazañas en el ruedo. La primera sorprendida por el descenso de festejos es Macarena Bazán, directora general de Espectáculos de la Junta de Andalucía, departamento que elabora las citadas estadísticas oficiales. "No creo que la caída se deba a la situación económica, porque los datos se refieren al periodo anterior a la percepción de crisis. Puede que esté bajando la afición a los toros, sobre todo entre los jóvenes, y eso, nos guste o no, es así". A la Junta no le gusta que desciendan las corridas, porque aportan beneficios económicos por el turismo. La directora general de Espectáculos asegura que trata de impedir otro tipo de festejos (encierros, toros embolados…) en los que el animal se ve sometido a "sufrimientos innecesarios". Su departamento destina este año 1,3 millones de euros a subvencionar las 21 escuelas taurinas que existen en Andalucía y a rehabilitar plazas. En la primera mitad del año se han organizado en Andalucía 354 festejos taurinos, la mayoría de ellos en Málaga (76), donde pesa el turismo de la Costa del Sol. Muy lejos se queda la provincia de Sevilla, con 41 festejos, la mitad de ellos concentrados en las dos semanas de la Feria de Abril. En Granada ha subido el número de festejos por la inauguración de las plazas de Motril y Atarfe, ambas municipales y vinculadas a nuevos centros comerciales.El empresario de la Maestranza de Sevilla, Ramón Valencia, relativiza los datos y dice que el número de espectáculos no es ni alto ni bajo. "En cualquier caso, más espectáculos que el Teatro Real de Madrid ofrece en su temporada y más partidos de fútbol que se celebran en el Nou Camp" en toda la Liga. Ramón Valencia dice que él no ha notado ningún descenso, aunque reconoce que hay un declive de público en los festejos taurinos "menores", novilladas y becerradas, atribuible a la crisis, no a la falta de aficionados. José Tomás llena y triunfa en las grandes plazas, pero en un paisaje taurino con poco tirón popular. Sin embargo, los datos oficiales indican que el descenso mayor se produce precisamente en las corridas de toros, un dato que resalta aún más si se compara con lo ocurrido en los últimos diez años.Fuentes de la Junta de Andalucía reconocen que la pasada tendencia al alza se debía, más que a la existencia de un público aficionado, al intento de muchos ayuntamientos de hacer atractivas las fiestas locales. "Ahora se nota que los ayuntamientos están económicamente asfixiados", indica esa fuente. Francisco Garrido, portavoz de Los Verdes, sostiene que, "desde los años 40, el fútbol se ha comido a los toros".

26 de septiembre de 2008

LA JAURÍA HUMANA

Todos los años, especialmente en fechas veraniegas, se celebran fiestas populares en muchos pueblos de España. Y uno de sus principales alicientes es el maltrato sobre animales, que se convierten, una vez más, en víctimas elegidas para el disfrute y el desfogue de gran parte de su población.
Tenemos demasiados ejemplos de esta barbarie: Tordesillas, en Valladolid, con su Toro de la Vega, el Toro de Coria en Cáceres, el Toro de Júbilo en Medinaceli –Soria-, el Toro enmaromado de Benavente en Zamora ; los bous al carrer de todo el levante español; toros embolados con bolas de fuego, novillos que se tiran al agua y ahogados en el delta del Ebro, toros arrastrados con cuerdas o enmaromados, becerros estoqueados por la gente en Algemesí …pisoteados y acribillados hasta la muerte en muchísimos pueblos de nuestra geografía; en definitiva y para hablar claro: miles de toros masacrados en los encierros de nuestras fiestas populares.
A diario los telediarios y la prensa destacan con sus imágenes semejantes acontecimientos como propios y dignos de figurar en sus secciones de cultura y ocio, además de resaltar que son merecedores de declaraciones oficiales de interés turístico no ya solo regional, sino también nacional y, más aún, internacional.

Mientras espero una tarde las horas de juego de mi hijo, voy dando un repaso a la prensa y al ver el elogio que se hace a este tipo de noticias, me invade una gran sensación de malestar y de nerviosismo ante la impotencia más absoluta. Esta sensación de verse maniatada por una corriente de pensamiento que se nos quiere imponer para hacernos creer a la mayoría de ciudadanos que el trato tan injusto que se le da a los animales en España y especialmente a toros, novillos, vacas y becerros, puede ser algo que nos agrade y regocije. Nada más lejos de la realidad: se emplean para el divertimento más vil y con las formas más sutiles de tormento.
Nosotros, los ciudadanos de a pie, no podemos contemplarlo por más tiempo ni considerarlo algo alegre o festivo, ni tampoco acorde con los tiempos que vivimos. Es más, es imposible pensar que todo esto pueda formar parte de la cultura ni de la idiosincrasia de un pueblo.

Simplemente, es aberrante. Es deleznable seguir promoviendo esta violencia en tantos pueblos españoles donde se tortura hasta la muerte a toros y vaquillas, sólo para que una multitud enfervorecida por el morbo de la sangre y por la ingesta de alcohol desahogue sus más bajos instintos, condenando a seres inocentes a la muerte menos digna y más depravada.

Y a mí se me ocurre pensar:
¡Cuánta doble moral hay en esta sociedad en que se discute el suicidio asistido, la muerte digna, la violencia de género, las leyes de dependencia para una mejor calidad de vida de discapacitados y ancianos, la igualdad de género, la defensa de los menores en todos los ámbitos! y, al mismo tiempo, ¿Cómo podemos permitir que existan este tipo de salvajadas en nuestras ciudades y pueblos?¿ Cuándo llegaremos a pensar que todas estas lacras que queremos desterrar, al mismo tiempo las estamos alimentando por otro lado, fomentando estas conductas violentas?

Nuestra clase política debe hacer ya un examen de conciencia y no permitir por más tiempo el abuso que se está cometiendo, pues a mí personalmente me da vergüenza de la imagen que da España dentro y fuera de nuestras fronteras.
Sin duda ninguna, hay que reformar de una vez por todas, sin miedos y sin exclusiones, el Código Penal y las Leyes de Protección Animal, es más, tiene que haber una Ley Estatal de Protección Animal, que sea marco de las múltiples legislaciones autonómicas.
Es ya un clamor “callado”-valga la antítesis-, el de tantas asociaciones y personas que piden, que pedimos, un trato justo para los animales en España. No creo que nuestros representantes puedan hacer por más tiempo oídos sordos ante las peticiones de la ciudadanía, de las muchas asociaciones antitaurinas y de defensa de los derechos de los animales y de tantas concentraciones y manifestaciones en la calle.

Ya está bien de hacer una “industria” de la violencia ejercida sobre animales inocentes. No cabe la condena al trato de personas y animales en países como China por ejemplo, pues nosotros en España encabezamos ese ranking de países donde el maltrato a los animales es fehaciente y además impune.

Será necesario que una vez más, se movilice la ciudadanía para que dejen ya de amordazarnos con el triste espectáculo de sangre y fuego y para que no intenten adormecernos con ese maldito opio, pues es imposible que ante tanta impasividad y ante tanto espectáculo de crueldad gratuíta, la revolución de las conciencias no esté cerca.